Se decía, por ejemplo, que no se podía hacer aseo ni bañarse; que los niños no podían jugar, porque el diablo andaba suelto esos días; que no debían hacerse fiestas o escuchar música a todo volumen, y que, por supuesto, estaba prohibido tener sexo.
Con el paso del tiempo estas sentencias se transformaron en mitos que las generaciones actuales perciben como anécdotas dignas de ser usadas para bromear con los amigos.
Pero, ¿por qué y de dónde salieron creencias como aquella según la cual si uno nada en los días santos, se convierte en pez? Una teoría que explicaría el origen de mitos tan extraños e improbables tiene que ver, paradójicamente, con el respeto por la celebración más importante de la fe.
Monseñor Óscar Urbina, arzobispo de Villavicencio, dice que "esas creencias de tiempos anteriores tenían un elemento en el fondo muy positivo, que era un respeto grande al misterio que se conmemoraba. Pero por otra parte, no tienen mayor fuerza de agarre y por eso han desaparecido".
También señala que "en la evolución de la fe de las personas hay momentos en que quisieran apoderarse de la divinidad y manipularla. De ahí surgen muchos de esos elementos que hay en la religiosidad popular y, sobre todo, en la religiosidad natural".
Aqui las imagenes:





Noticia de ultimo minuto:si se mete hoy a una piscina se convierte en pez'

Se decía, por ejemplo, que no se podía hacer aseo ni bañarse; que los niños no podían jugar, porque el diablo andaba suelto esos días; que no debían hacerse fiestas o escuchar música a todo volumen, y que, por supuesto, estaba prohibido tener sexo.
Con el paso del tiempo estas sentencias se transformaron en mitos que las generaciones actuales perciben como anécdotas dignas de ser usadas para bromear con los amigos.
Pero, ¿por qué y de dónde salieron creencias como aquella según la cual si uno nada en los días santos, se convierte en pez? Una teoría que explicaría el origen de mitos tan extraños e improbables tiene que ver, paradójicamente, con el respeto por la celebración más importante de la fe.
Monseñor Óscar Urbina, arzobispo de Villavicencio, dice que "esas creencias de tiempos anteriores tenían un elemento en el fondo muy positivo, que era un respeto grande al misterio que se conmemoraba. Pero por otra parte, no tienen mayor fuerza de agarre y por eso han desaparecido".
También señala que "en la evolución de la fe de las personas hay momentos en que quisieran apoderarse de la divinidad y manipularla. De ahí surgen muchos de esos elementos que hay en la religiosidad popular y, sobre todo, en la religiosidad natural".
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