Anderson, de 37 años, salió del tribunal con su esposa y su hija de tres años en un brazo, su abuela en el otro y lágrimas de los ojos.
"(Estoy) muy feliz", dijo Anderson mientras subía a un vehículo para dirigirse a su casa en los suburbios de St. Louis, donde lo esperaba una fiesta familiar. "Siempre he tenido fe en Dios. Estoy muy agradecido. Le doy gracias a Dios por (lo que hicieron) todos"
Anderson tenía 23 años cuando fue sentenciado a 13 años de prisión por su participación en el robo a un subgerente de un restaurante. Anderson le dijo a The Associated Press el mes pasado que esperó, incluso preguntó qué tenía que hacer para cumplir la sentencia, pero la orden no llegó nunca.
En los años transcurridos desde entonces, Anderson creó su propia empresa, se casó y tuvo hijos. También fue entrenador voluntario de fútbol americano infantil y trabajó de voluntario en su iglesia de Webster Groves, Missouri.
En la audiencia del lunes, el abogado de Anderson, Patrick Megaro, dijo que su cliente no tuvo la culpa de que no lo enviaran a prisión y que enderezó su vida.
"El ha podido logar por sí mismo lo que el sistema de justicia penal no consigue en muchas situaciones", le dijo Megaro al juez.
Y el juez Brown concordó, apuntando que aunque el delito de Anderson fue grave, reconoció que ahora es un hombre muy diferente del de aquel entonces.
"Usted ha sido un buen padre", dijo Brown. "Usted ha sido un buen esposo, un buen ciudadano que ha pagado sus impuestos en el estado de Missouri".
Aqui las imagenes: